CORTO CIRCUITO



CORTO CIRCUITO.

Alfredo Arrieta Ortega.

Primero aparecieron en mí los primeros esbozos de sueño. Un frío de los de aquellos hacía presa de mi persona , desde la cabeza hasta la punta de los pies .

Después esuche por varios ratos los maullidos de mi pinche gato; chille y chille con su boca chueca , sus chillidos de hambre ; cómo come este gato . A toda hora lo tengo que alimentar : Primero le doy en su plato un huevo crudo , así , en directo , él lo devora con ansias , como si nunca hubiera comido nada en la vida . Luego le doy un puñado de croquetas que de igual manera consume . A el no le importa que el kilo hoy en día se encuentre en las frontera de los veinte pesos .
Después en rito de muerte a plazos , voy cayéndo sólo , despacio , lentamente como si me adentrara en los espacios donde reina la pelona .

Caminé por las avenidas mayores , donde por las madrugadas circulan los traileros que traen sus mercancias de ciertos lugares, república adentro . Pienso en la manera de hacerme de un sistema que pueda trasladar la luz a través de una enorme cinta de diurex que traigo aquí cercana al hombro .
Primero la coloco en una pared , a lo largo , y ahí voy extendiendo mi cable de pegol sin importarme que nadie me vea . Me hago acompañar por un pequeño ayudante que no es otro que mi hijo Tristán pero cuando tenía cuatro años . Le digo ; apúrate Tris , estamos un poco atrasados y Tris me mira al mismo tiempo que chupa una paleta.

Cuando hube de hacer la instalación hechiza , y apoyado de una apagador que lo mismo puede hacer explotar los sistemas eléctricos de la ciudad , que acabar con todas las posibles fuentes de energía .
Me convierto en terrorista de rencor extremo y accciono mi apagador corta corriente . Toda la ciudad de México se encuentra en tinieblas . El diablo sonríe y se decide a reinar una vez más .

Camino sin prisa para que no se noten los horribles actos de los que fui capaz .

Más adelante veo como se desplaza Satanás por todos los puntos cardinales de la metrópoli . Ahora va de negro y yo que siempre lo contemplé en los comics con unos ridículos trajes rojos de pastorela .

Un ciclista que lleva la ropa con lodo me indica que debo continuar más abajo , y así acompañado de Tristán camino y camino . Mas tarde logro divisar el monumento de la raza que lleva postrada en su parte superior una águila real.

Llegó a mi casa y mi hija menor me dice compungida que se fue la luz desde hace una noche , que hace un frío extraño y que los vidrios de las casas se encuentran dañados porque unos pájaros negros se han azotado violentamente sobre los cristales y algunos se han matado .

Es posible que la Cía de Luz se avoque a los desperfectos y los pueda arreglar más adelante. ¡ Qué vamos a hacer sin television?, no lo sé tal vez leer a la sombra de unas velas versos de Borgues..

Choca una luz en mi cabeza y aún dormido , sin lucidez alguna , miro esos niños que tratan de salir de la casa de mi abuelita . No están presos no , tampoco los puedo reconocer . No se trata siquiera de mi hermano Andrés que aún lo puedo ver con sus zapatos chiquitos , su sueter azul y su nariz sangrando . No sé quién son estos niños . No se trata de mi hermana Patricia aquella güereja que que subía a a un burrito para que le tomaran fotografías en el mercado de Mixcoac , y que se tallaba las piernas porque los moscos eran sus clientes preferidos.

Tampoco era yo con mi miedo a las inyecciones que me plantaba en la nalga Don Poncho el de la miscelánea de la avenida Revolución .
Llegaba este señor con su jeringa de locos , pedía acercarse a la estufa , y colocaba su recipiente al fuego vivo mientras le arrojaba un chorrito de agua que hervía junto con todos los pinches microbios que pululaban ya sea afuera o adentro de la maldita jeringa . Después la secaba y le colocaba la aguja que en pocos momentos buscaría mi nalga Güera y se clavaría infame . Don Poncho , viejo maldito después de martirizarme todavía le cobraba a mi abuela diez pesos , de aquellos que tenía la imagen de José María Morelos , uno de los padres de la patria .

Estos niños juegan con una cobras de la India , las ponen cercanas a sus bocas , y las víboras hipnotizadas no hacen por enterrarles sus mortales dientes . Sólo los miran como si fueran sus amos.

Colocan las víboras horizontalmente y me dicen que camine por arriba de ellas . De primer momento me niego pero los niños dicen que son mansas que hay otras especies mas dañinas.

Pierdo el miedo y subo primero mi pie derecho , el animal maldito mira con un rencor que por momentos me hizo recordar a mi Tía la de Durango . Camino como quién va en una soga . Mis pies se balancean por los dos lados , la víbora no conciente más y me clava sus dientotes en la parte más jugosa de mi pie . Siento su veneno caliente , sé que voy a morir rápidamente.. Primero trato de hablar y trabo las palabras confundo todo pienso que debo de recitar las multiplicaciones de la primaria Uno por uno uno , dos por dos dos , tres por tres tres . Confundo todo . Le digo a los niños que por favor me ayuden pero ellos no escuchan mis gritos . Ellos son fantasmas de otros tiempos , de otras dimensiones , pero las víboras son reales .

Caigo al precipicio y sostengo que mi caída será desastroza porque a una velocidad de 16 kilómetros por hora , menos el número que pensé lo más probable será que al caer con esa fuerza me despedazaré , saltarán mis piernas por un lado y mis brazos por otro . Mi cabeza se irá rodando hasta caer en el hoyo de una alcantarilla....

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
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alfredoarrieta@terra.com.mx
México.
Posted by Alfredo Arrieta at 5:38 PM

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