DON ATA ME ENSEÑO A PENSAR SINTIENDO

“Don Ata me enseñó a pensar sintiendo”






Los argentinos lo conocen, desde hace más de tres décadas, como una de las voces comprometidas de la canción latinoamericana. Pero el uruguayo hace radio, incluso desde antes de grabar su primer disco. Esta nota cuenta esa historia, la de un músico famoso que disfruta pasando música para la gente.





Por Guillermo Pellegrino


Desde Montevideo

En la Argentina, Daniel Viglietti es conocido por su dilatada trayectoria en el campo de la canción popular, pero muy poco, o casi nada, es lo que se sabe de su tarea en la radio. Es que el músico uruguayo, a través de los años y en sus muy diversos programas, desarrolló una importante labor que le ha valido gran consideración como documentador de la realidad cultural sudamericana. Hace pocos días, y por su programa “Tímpano” –que paralelamente estaba cumpliendo 300 emisiones ininterrumpidas en su último ciclo–, fue galardonado con el Tabaré de Oro, máxima distinción de la radiotelevisión uruguaya. “Los premios son siempre un aliciente –le dice Viglietti a Página/12–, un pequeño golpecito en la oreja del oficio. En el de músico me habían premiado varias veces: aquí en Uruguay, en Francia, en Alemania. Con la cosa del programa, que es un trabajo menos conocido en lo mío, ya me habían dado dos Tabarés por mi programa “Tímpano” en Radio El Espectador. Pero este Tabaré de Oro fue un premio más global. Ayuda a seguir”. El punto de partida de este oficio paralelo fue hace 40 años, en una radio de Montevideo.

A fines de la década del 50, pocos años antes de que apareciera su primer disco larga duración, Viglietti comenzó a trabajar como locutor en la radio del Sodre (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica), que con el tiempo se convertiría en una etapa fundamental de su formación, sobre todo a partir de que dieron la posibilidad a los locutores de escribir sus propios programas y realizarlos. Este guiño favorable de los directores, sin duda, iba a ser fundamental para la labor de difusor cultural que el músico emprendería con constancia. A partir de ese estímulo nació el programa “Nuevo Mundo” que se mantuvo en el aire hasta fines de la década del 60 cuando fue censurado por el gobierno “democrático” presidido por Jorge Pacheco Areco. Pedregoso, por cierto, iba a ser el camino que Viglietti comenzaría a transitar en la radiofonía como en la canción: además de pasar unas semanas en prisión en 1972, fue en ese tiempo también cuando el enfrentamiento entre los Tupamaros y las Fuerzas Armadas llegó al extremo de polaridad, que devendría luego en la instauración en Uruguay de una dictadura militar.

Luego de la prohibición de “Nuevo Mundo”, y en esa cruenta etapa predictatorial Viglietti pudo, no sin antes pasar por ciertos riesgos, realizar un programa por Radio Universal al que llamó “11,12”, aunque para esta empresa debió apelar al uso de un seudónimo, Ul Apuent, que en idioma araucano significa Cantemos amigos. La audición estuvo muy poco tiempo en el aire, en 1973, y obligado por las circunstancias, el cantor debió marchar al exilio. Sin escalas, Viglietti se afincó en París: consideraba a esta ciudad el punto central del movimiento de solidaridad que en esa época emprendieron varios músicos populares. Sin embargo, las persecuciones lejos del Uruguay no cesaron: no le permitieron entrar a Estados Unidos y también tuvo problemas de admisión en España, donde todavía seguía en pie la dictadura del general Francisco Franco. No obstante esas dificultades, poco después, Viglietti consiguió instalar su voz en la Madre Patria gracias a una vieja aliada: la radio. A instancias de un viejo amigo (Pepe Latorre), comenzó a realizar un programa en Radio Popular de Valencia al que llamó “La música del tercer mundo”. Más tarde, el programa también salió al aire por Radio Nacional de España, Radio Francia y La Voz de Alemania, entre otras. Asimismo, durante aquella ausencia obligada de su país, condujo –en 1983 y por Radio Educación de México–, la audición “Uno por radio”, subtitulada “Música y palabra desde el exilio”, y también participó con otros programas en forma voluntaria para Radio Sandino, de Nicaragua, y Radio Habana, de Cuba. El final de la dictadura uruguaya en 1984 marcaría el retorno de varias personalidades de la cultura. Por ese entonces, Viglietti también comenzaba a desandar dicho camino y otro interior: el del reconocido programa radial “Tímpano”. El punto de partida se dio en octubre de 1984 en Radio Belgrano de Buenos Aires y, casi en forma paralela, en la FM Emisora del Palacio de Montevideo donde recaló hasta 1991. “Daniel Divinsky, el editor entre otras cosas de Mafalda, fue quien me abrió esa posibilidad en Radio Belgrano”, recuerda Viglietti. “Esa emisora, con gente muy entusiasta, era como un viaje en el túnel del tiempo. Pasillos interminables, discotecas con materiales de museo, viejos micrófonos. Como yo había trabajado en la radio oficial del Uruguay, en el Sodre, me parecía haber vuelto a mis tiempos de locutor. Lo de Belgrano fue una linda experiencia. Venía cada par de meses y dejaba grabados 9 o 10 programas. Después cambió la orientación de la radio y se terminó el ciclo. Luego hice otro ciclo en la FM Municipal. También allí hubo un giro y el programa se acabó (...). Me encantaría que ‘Tímpano’ saliera de nuevo en el aire argentino”.


En marzo de 1995, luego de casi cuatro años sin poder realizar el programa, se dieron las condiciones para retomarlo en la FM Sarandí Satelital. El ciclo en esa emisora fue muy breve, apenas se extendió hasta agosto de ese año. Tras un paréntesis de varios meses, “Tímpano” volvió al aire en mayo de 1996 por El Espectador, radio en la que aún se mantiene. “Es un trabajo muy duro, porque trato de hacer un programa creativo. La radio hecha a la ligera abunda. Pero esto lo hago muy detalladamente, grabo el programa en mi casa, me baso en el material de entrevistas y encuentros que vengo acumulando desde los años sesenta. Ya he duplicado y clasificado el material para conservarlo contra viento y marea. Hay allí músicos, escritores, pintores, gente de teatro, de danza, de cine, psicoanalistas, futbolistas. Es un programa comunicante apoyado en músicas de todo género. Al hacerlo me parece retomar el oficio de mis bisabuelos de Nápoles, que eran sastres, hilvanando, cosiendo, cortando. Mucho trabajo de edición. Ahora estoy de a poco intentando eso con imagen. Pero la vida no me da, apenas me presta un poco del tiempo que le roba al cantor que debe hacer su nuevo disco este año sin falta”.

Con un concepto amplio ha trabajado desde que esta audición salió al aire por primera vez: ha difundido –y aún continúa haciéndolo– entrevistas con las más diversas personalidades, que no vienen a ser otra cosa que muy valiosos testimonios de época. La lista es amplia: Julio Cortázar, Mario Benedetti, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Carlos Puebla, Cuauhtémoc Cárdenas, Atahualpa del Cioppo y el futbolista Rubén Paz, entre muchísimas otras figuras. Más allá de etiquetas o clasificaciones, en su “Tímpano” se irradia música de los lugares más remotos del planeta. Así aparecen ritmos y géneros muy heterogéneos y se pueden escuchar, por ejemplo, canciones de José Afonso, Tracy Chapman, Divididos, Javier Alvarez, Sara González, la Tabaré Riverock Banda, Jussi Björling o gente muy poco conocida, pero no por eso menos valiosa como el boliviano Benjo Cruz. En todos estos años, además, ha realizado un sinfín de programas especiales en homenaje a diversas figuras: Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Rafael Alberti, Violeta Parra y El Che Guevara, entre varios otros. A la vez, supo darles vida a distintas producciones: “Sobre Chiapas y su música”, “Jugando al fútbol con música”, “Los Sin tierra” y “Especial con música para niños”, por nombrar algunas.

En tantos años de trabajo, el archivo sonoro de Viglietti se ha convertido en una especie de Guardián de la memoria, que fue construyendo en base a un gran esfuerzo personal. La veces que le tocó ganar algún dinero con sus audiciones, cuenta, lo invirtió en compra de discos y equipos técnicos, y solamente en una ocasión recibió un pequeño apoyo económico del proyecto uruguayo Capital. En Argentina o donde sea se puedeescuchar el programa en Internet: www.espectador.com, buscando la sección de “Tímpano” donde hay varios programas acumulados. Estoy deseando hacer un “Tímpano” sobre don Antonio Tormo, el cantor de las cosas nuestras, como se le llamaba cuando yo era chico. Imitando su voz en viejos discos de 78 es que empecé a cantar. Me gustaría encontrarlo, contarle eso y darle las gracias. Como se las di, en su momento, a Atahualpa Yupanqui que me enseñó a pensar sintiendo”.

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