EL COLGADO




EL COLGADO

Witkin


Esa tarde del mes de diciembre José Luis Martin salió presuroso de su guarida . Los malhechores de la zona le vieron subir a su camioneta, encender la marcha y arrancar nervioso . Hubo de tomar la calle secundaria que conecta con la amplia, su nombre; cuarta calle de la Soledad. Encendió la radio y no hizo intento alguno de cambiar de estación, todas le parecieron torpes , insulsas. Su pensamiento no estaba para escuchar propagandas políticas, todos esos mierdas lo único que quieren de nosotros es explotarnos .

Encendió un cigarrillo en el tubito que aún traen los autos de modelo antiguo. Dio una gran bocanada mientras su pie derecho se hundía en el acelerador...

Al doblar por la vía de la rapidez, notó que unas rayitas de algún líquido escurrían a través del cristal de su lado . Quiso limpiarlas pero las manchas eran justamente del otro lado, es decir hacia fuera, Siguió su camino distrayéndose, con los gatos que cruzaban rápidamente, con los anuncios lumínicos : VOTE POR ORTEGA, SOY TOTALMENTE PALACIO , COMISION DE LOS DERECHOS HUMANOS ,

Después de una hora con cuatro minutos una camioneta de color azul y con unos signos que decían AFI, le hizo una señal para que detuviera la marcha. Primero pensó en no hacerles caso, pero después entendió que estos llevan un armamento pesado . Encendió su luz y poco a poco detuvo la marcha, el policía enmascarado le preguntó que era lo que llevaba en la parte de arriba de su transporte, José Luis explicó que no era nada de importancia. El oficial se acercó y miró insistentemente, pasó su guante sobre el bulto, acercó sus dedos al olfato y dijo: ¡ esto es sangre ¡ sacó una arma de fuego de calibre alto y tomó a José de una mano, lo volteó de espaldas, colocó unas esposas y comentó : Queda usted detenido.

José luis explicó que él no había hecho nada malo. Y esto que es . dijo el sabueso. Nada, soy yo mismo, pidió que le quitaran las ataduras de fierro y les mostró; había un cuerpo ensangrentado. Yo estaba parado en el paso de un puente, pasé y al momento caí encima de mi carro. Es que salí de una parranda discutí conmigo mismo, llegamos a los golpes, me pegué en la cara, saqué un cuchillo y me lo enterré sin que nadie osara detenerme .

José Luis mostró las heridas a su propio cuerpo, el que llevaba atrado en la parte del techo. Así que cómo me puede culpar de la muerte de otro si el otro soy yo mismo.

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
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alfredoarrieta@terra.com.mx
México.
Posted by Alfredo Arrieta at 6:03 AM

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