EL CONSUMO EN PLENO



EL CONSUMO EN PLENO




Desperté de pronto, no sabía precisar cuanto tiempo pasé en ese letargo silencioso.
No bien acababa de limpiarme las lagañas, de estirarme, cuando sentí unas manos vigorosas posarse en mis hombros.
Que sonrisa más idiota, me miraba con lúbrica mirada. Desconsoladamente traté de incorporarme, su cara sin rasurar me acosaba.
Rápidamente desistí cuando contemplé que en una de sus manazas pendía un arma de fuego dispuesta a aniquilarme.

Quería preguntarle quién le había dado permiso para invadir esta propiedad que evidentemente era la mía. Quería preguntarle que hacía metido en mi casa. Con qué derecho me obligaba a elegir tal o cual cosa.

Empezó a taladrarme los oídos con gritos y propociciones que al menos a mí me parecían indecorosas, eróticas y enfermizas.

La cama se cimbró a causa de un balazo explosivo de sugerencias. Que asqueroso sujeto, se burlaba de mi depresión y de mi angustia, logré zafarme. Claramente sentía su jadeo paranóico más cerca de mi persona, sus babas brillaban en la fría noche. No podía seguir huyéndo de ese moustruo que me obligaba casi hipnóticamente a ceder bajo sus caprichos. Sé bien que envenenó mi alma, desnudó mi mente, sus instintos bestiales de fiera lograron que sucumbiera.

Yo no quería ser su esclavo no pensaba humillarme ni tampoco atarme a un esquizofrenico. ¿ Pero porqué razón me escogió a mí?. Yo no era siquiera una apetecible mujer, a él le daba igual. Lo mismo violaba la integridad de un niño, de un anciano. Para él no había sexo ni posición.

Me encontraba decidido a todo, a no dejarme dominar, mi retina se dilataba, mi boca se fue inundando de agua, un agua transparente como cuando la lengua se estimula al contacto de un esquisito guiso.

Empecé a tambalerame, me sentí como un goliat vencido, me dio miedo saber que me había convertido en un robot, en un autómata, en una especie de títere sin ánimo. Caí acribillado por una serie ininterrumpida de anuncios; compre, beba, consuma, maneje, viva, realice sus sueños.

Mi cerebro explotó, no pudo librarse a tiempo de esa caja de enajenaciones, de la cual brotó ese ser de aspecto asqueroso que la gente llama con mucha felicidad consumo...

Alfredo Arrieta Ortega.
México.
29 de diciembre de 1981.
21 de diciembre de 1980.
- publicado en ovaciones -

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Posted by Alfredo Arrieta at 4:52 PM

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