EL PAYADOR PERSEGUIDO




EL PAYADOR PERSEGUIDO

Relato de Atahualpa Yupanqui.



Con permiso, via a dentrar aunque no soy convida'o, pero en mi pago, un asao no es de naides y es de todos. Yo via cantar a mi modo después que haiga churrasquiao. No tengo Dios pa' pedir cuartiada en esta ocasión, ni puedo pedir perdón si entuavía no hei falta'o; veré cuando haiga acaba'o; pero ésa es otra cuestión. Yo sé que muchos dirán que peco, de atrevimiento si largo mi pensamiento pa'l rumbo que ya elegí, pero siempre hei sido así; galopiador contra el viento. Eso lo llevo en la sangre dende mi tatarabuelo. Gente de plata en el suelo fueron mis antepasaos; criollos de cuatro provincias y con indios misturaos. Mi aguelo fue carretero, mi tata fue domador; nunca se buscó dotor pues se curaban con yuyos, o escuchando los murmullos de un estilo de mi flor. Como buen rancho paisano nunca falto una encordada, de ésas que parecen nada pero que son sonadoras. Según el canto y la hora quedaba el alma sobada. Mi tata era sabedor por lo mucho que ha roda'o. Y después que había canta'o destemplaba cuarta prima, y le echaba un poncho encima "pa' que no hable demasiado..." La sangre tiene razones que hacen engordar las venas. Pena sobre pena y pena hacen que uno pegue el grito. La arena es un puñadito pero hay montañas de arena. No sé si mi canto es lindo o si saldrá medio triste ; nunca fui zorzal, ni existe plumaje más ordinario. Yo soy pájaro corsario que no conoce el alpiste. Vuelo porque no me arrastro, que el arrastrarse es la ruina; anido en árbol de espina lo mesmo que en cordilleras sin escuchar las zonceras del que vuela a lo gallina. No me arrimo así nomás a los jardines floridos. Sin querer vivo alvertido pa' no pisar el palito. Hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos. Aunque mucho he padecido no me engrilla la prudencia. Es una falsa experiencia vivir temblándole a todo. Cada cual tiene su modo; la rebelión es mi ciencia. Pobre nací y pobre, vivo por eso soy delica'o. Estoy con los de mi la'o cinchando tuitos parejos pa' hacer nuevo lo que es viejo y verlo al mundo cambia'o. Yo soy de los del montón no soy flor de invernadero. Soy, como el trébol pampero, crezco sin hacer barullo. Me aprieto contra los yuyos y así a aguanto al pampero. Acostumbra'o a las sierras yo nunca me sé marear, y si me siento alabar me voy yendo despacito. Pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse nombrar. Si alguien me dice señor, agradezco el homenaje; mas, soy gaucho entre el gauchaje y soy nada entre los sabios. Y son pa' mi los agravios que le hagan al paisanaje. La vanidá es yuyo malo que envenena todo huerta. Es preciso estar alerta manejando el azadón, pero no falta el varón que la riegue hasta en su puerta. El trabajo es cosa buena, es lo mejor de la vida; pero la vida es perdida trabajando, en campo ajeno. Unos trabajan de trueno, y es para otros la llovida. Trabajé en una cantera de piedritas de afilar. Cuarenta sabían pagar por cada piedra pulida, y era a seis pesos vendida en eso del negociar. Apenas el sol salía yo estaba a los martillazos, y entre dos a los abrazos con los tamaños piegrones y por esos moldejones las manos hechas pedazos. Otra vez fui panadero y hachero en un quebrachal; he carga'o bloques de sal y también he pela'o cañas, y un puñado de otras hazañas pa' mi bien o pa' mi mal. Buscando de desasnarme fui pinche de escribanía la letra chiquita hacía pa' no malgastar sella'o, y, era también apreta'o el sueldo que recibía. Cansa'o de tantas miserias me largué pa'l Tucumán, Lapacho, aliso, arrayán, y hacha con los algarrobos. ¡Por dos cincuenta! Era robo pa' que uno tenga ese afán. Sin estar fijo en un la'o a toda labor le hacía, y así sucedió que un día que andaba de benteveo me topé con un arreo que dende Salta venía. Me picó ganas de andar y apalabré al capataz, y así, de golpe nomás el hombre me preguntó: -¿Tiene mula? - Cómo no -le dije-.Y hambre, de-más. A la semana de aquello repechaba cordilleras, faldas, cuestas y laderas siempre pa'l la'o del poniente, bebiendo agua de vertiente y aguantando las soleras. Tal vez otro habrá roda'o tanto como he roda'o yo, y le juro, creameló, que he visto tanta pobreza, que yo pensé con tristeza: Dios por aquí no pasó. Se nos despeñó una vaca causa de la cerrazón, y nos pilló la oración cueriando y haciendo asao; dende ese día, cuña'o se me gastó mi facón. Me sacudí las escarchas cuando bajé de los Andes, y anduve en estancias grandes cuidando unos parejeros ; trompeta, tapa y sombrero, pero pa' los peones, de ande. La peonada, al descampa'o, el patrón, en Guenos Aires. Nosotros, el cu... ello al aire can las caronas mojadas, y la hacienda de invernada más relumbrosa que un fraile. El estanciero tenía también sus cañaverales, y en los tiempos otoñales juntábamos los andrajos, y nos íbamos p'abajo dejando los pedregales. Allí nos amontonaban en lote con otros criollos, coda cual buscaba un hoyo ande quinchar su guarida, y pasábamos la vida rigoriaos y sin apoyo. Faltar, no faltaba nada: vino, café y alpargatas. Si habré revoliao las patas en gatos y chacareras. Recién la cosa era fiera al dir a cobrar las latas. ¡Qué vida más despareja! Todo es ruindad y patraña; Pelar caña es hazaña Del que nació pa'l rigor. Allá había un solo dulzor y estaba adentro 'e la caña. Era un consuelo pa'l pobre Andar jediendo a vinacho. Hombres grandes y muchachos como malditos en vida, esclavos de la bebida se lo pasaban borrachos. ¡Tristes domingos del surco los que yo he visto y vivido! Desparramados y dormidos en la arena amanecían, a lo mejor soñarían con la muerte o el olvido... Riojanos y santiagueños, salteños y tucumanos, con el machete en la mano volteaban cañas maduras, pasando sus amarguras y aguantando como hermanos. ¡Rancho techa'o con maloja, vivienda del pelador! En medio de ese rigor no faltaba una vihuela, con que el pobre se consuela cantando coplas de amor. Yo también , que desde chango unido al canto crecí, más de un barato pedí y pa´ los piones cantaba. ¡Lo que a ellos les pasaba también me pasaba a mí Cuando yo aprendí a cantar armaba con pocos rollos. Y en la orilla de un arroyo bajo las ramas de un sauce, crecí mirando en el cauce mis sueños de pobre criollo. Cuando sentí una alegría; cuando el dolor me golpió; cuando una duda mordió mi corazón de paisano, desde el fondo de los llanos vino un canto y me curó... En esos tiempos pasaban cosas que no pasan ya. Cada cual tenía un cantar o copla de anochecida. Formas de curar la herida que sangra en el trajinar. Algunos cantaban bien. Otros, pobres, más a menos... Mas no eran cantos ajenos, aunque marca no tenían. Y todos se entretenían guitarreando hasta el desvelo. Por ahí se allegaba un máistro, de esos puebleros letrao's; juntaba tropa e versiao's que iban después a un libraco, y el hombre forraba el saco con lo que otros han pensa'o. Los peones formaban versos con sus antiguos dolores. Después vienen los señores con un cuaderno en la mano, copian el canto paisano y presumen de escritores. El criollo cuida su flete, su guitarra y su mujer; siente que enfrenta un deber cada vez que da la mano; y aunque pa'todo es baquiano sólo el canto ha de perder. ¡Coplas que lo acompañaron en las quebradas desiertas, aromas de flores muertas y de patriadas vividas, fueron la luz encendida para sus noches despiertas!... Se aflije si se le pierde un bozal, un maneador, pero, no siente furor si al escucharle una trova, viene un pueblero y le roba su mejor canto de amor. De seguro, si uno piensa, le halla el nudo a la a madeja, porque la copla más vieja, coma la raíz de la vida, tiene el alma par guarida, que es ande anidan las quejas. Por eso el hombre al cantar con emoción verdadera, echa su pena p'ajuera pa que la lleven los vientos, y así, siquiera un momento se alivia su embichadera. No es que no ame a su trova ni que desprecie su canto. Es como cuando un quebranto en la noche de los llanos hace aflojar al paisano y el viento le lleva el llanto. En asuntos del cantar, la vida nos va enseñando que sólo se va volando la copla que es livianita. Siempre caza palomitas cualquiera que anda cazando... Pero si el canto es protesta contra la ley del patrón se arrastra de peón a peón en un profundo murmullo, y marcha al ras de los yuyos corno chasque en un malón. Se pueden perder mil trovas ande se canten quereres, versos de dichas, placeres, carreras y diversiones; suspiros de corazones y líricos padeceres. Pero si la copla cuenta del paisanaje la historia, ande el peón vueltea la noria de las miserias sufridas, ésa, se queda prendida como abrojo en la memoria Lo que nos hizo dichosos tal vez se pueda olvidar; los años en su pasar mudarán los pensamientos. pero angustias y tormentos son marcas que han de durar... Estas cosas que yo pienso no salen par ocurrencia. Para formar mi esperencia yo masco antes de tragar. Ha sido largo el rodar de ande saqué la alvertencia. Si uno pulsa la guitarra pa cantar coplas de amor, de potros, de domador, de la sierra y las estrellas, dicen: ¡ Qué cosa más bella! ¡Si canta que es un primor! Pero si uno, como Fierro, por ahí se larga opinando, el pobre se va acercando con las orejas alertas, y el rico vicha la puerta y se aleja reculando. Debe trazar bien su melga quien se tengo par cantor, porque sólo el impostor se acomoda en toda huella. Que elija una sola estrella quien quiera ser sembrador... En el trance de elegir que mire el hombre p'adentro, ande se hacen los encuentros de pensares y sentires. Después... que tire ande tire, con la conciencia por centro. Hay diferentes montones, unos grandes, y otros chicos. Si va pa'l montón del rico el pobre que piensa poco, detrás de los equívocos se vienen los perjudicos. Yo vengo de muy abajo, y muy arriba no estoy. Al pobre mi canto doy y así lo paso contento, porque estoy en mi elemento y ahí valgo por lo que soy. Si alguna vuelta he canta'o, ante panzudos patrones, he picanea'o las razones profundas del pobrerío. Yo no traiciono a los míos por palmas ni patacones. Aunque canto en todo rumbo tengo un rumbo preferido. Siempre canté estremecido las penas del paisanaje, la explotación y el ultraje de mis hermanos queridos. Pa que cambiaran las cosas busqué rumbo y me perdí; al tiempo, cuenta me dic y agarré por buen camino. ¡Antes que nade, argentino; y a mi bandera seguí...! Yo soy del norte y del sur, del llano y del litoral; y nadie lo tome a mal si hay mil gramos en el kilo. Ande quiera estoy tranquilo pero ensilla'o, soy bagual. El cantor debe ser libre pa desarrollar su ciencia. Sin buscar la convenencia ni alistarse con padrinos. De esos oscuros caminos yo ya tengo la experiencia. Yo canto, por ser antiguos cantos que ya son eternos y hasta parecen modernos por lo que en ellos vichamos. Con el canto nos tapamos para entibiar los inviernos... Yo no canto a los tiranos ni por orden del patrón. El pillo y el trapalón que se arreglen por su lado con payadores comprados y cantores de salón. Por la fuerza de mi canto conozco celda y penal. Con fiereza sin igual más de una vez fui golpiao, y al calabozo tira'o ¡como tarro al basural! Se puede matar a un hombre. Pueden su rostro manchar, su guitarra chamuscar. ¡Pero el ideal de la vida, esa es leñita prendida ¡que naide ha de apagar! Los males se van alzando todo lo que hallan por ahí; como granitos de maíz siembran los peores ejemplos, y se viene abajo el templo de la decencia del país. Detrás del ruido del oro van los maulas como hacienda; no hay flojo que no se venda por una sucia moneda; mas, siempre en mi tierra queda gauchaje que la defienda. Cantor que cante a los pobres ni muerto se ha de callar. Pues ande vaya a parar el canto de ese cristiano, no ha de faltar el paisano, que lo haga resucitar. El estanciero presume de gauchismo y arrogancia. El cree que es extravagancia que su peón viva mejor. Mas, no sabe ese señor que por su peón tiene estancia. Aquel que tenga sus reales hace muy bien en cuidarlos pero si quiere aumentarlos que a la ley no se haga el sordo. Que en todo puchero gordo los choclos se vuelven marlos. Una vuelta, sin trabajo andaba par Tucumán, y en una fonda, ande van cantores de madrugada, me acerqué pa la payada que siempre ha sido mi afán. Aunque extrañando la monta me le apilé a un instrumento. Y al cabo de algún momento le di puerta a una baguala, con una coplita rala de esas que llevan los vientos. Tal vez fuera la guitarra. ¡Tan lindo como sonaba! Mi corazón remontaba tristezas de los caminos, y lo maldije al destino que tantas penas me daba. Un hombre se me acercó y me dijo: - ¿Qué hace acá? Viaje pa la gran ciudad que allá lo van a entender; ahí tendrá fama, placer y plata pa regalar. ¡Para qué lo habré escucha'o! ¡Si era la voz del mandinga! Buenos Aires, ciudá gringa, me tuvo muy apreta'o. Tuitos se me hacían a un la'o como cuerpo a la jeringa. Y eso que no vine pobre pues traiba alpargatas nuevas. Las viejas... pa cuando llueva en la alforja las metí; un pantalón color gris y un saco tirando a leva. Saltando de radio en radio anduve, figuresé. Cuatro meses me pasé en partidas malogradas; naide aseguraba nada, y sin plata me quedé. Vendí mis lindas alforjas. Mi guitarra, ¡la vendí ! En mi pobreza, ay de mí, me hubiera gusta'o guardarla. ¡Tanto me ha costa'o comprarla! Pero, en fin... todo perdí. ¡Vihuela, dónde andarás, qué manos te están tocando. Noches enteras pensando siquiera como consuelo, que sea un canto de este suelo lo que están arrancando...! Cuando el maíz esta en barbecho luce un color brillantón; las hebras, como un nailón presumen con sus lindezas. Pero agachan la cabeza si las agarra el carbón. Igual me pasaba a mí en aquellos tiempo idos; joven, fuerte, presumido, y cuando se acabó el queso, volví en un triste regreso poblada l´alma de olvidos. Cosas de la juventud... ¡Malhaya, dónde andarás...! Aura que estoy bataráz de tanto cambiar el pelo, recuerdo aquellos desvelos pero no miro p'atras. Me volví pa'l Tucumán nuevamente a padecer. Y en eso de andar y ver se pasaron muchos años entre penas, desengaños, esperanzas y placer. Mas, no jué tiempo perdido, asegún lo ví después. Porque supe bien como es la vida de los paisanos. De todos me sentí hermano, del derecho y del revés. Siempre recuerdo los tiempos en que guapiando pasé, los cerros que atravesé buscando lo que no hallaba, y hasta a veces me quedaba por esos campos de a pie. La vida me fue enseñando lo que vale una guitarra; por ella anduve en las farras tal vez hecho un estropicio, y casi me agarra el vicio con sus invisibles garras. Menos mal que llevo adentro lo que la tierra me dio. Patria, raza o que sé yo, pero que me iba salvando, y así, seguí caminando por los caminos de Dios. La cosa estaba en pensar que al pulsar un instrumento, hay, que dar con sentimiento toda la fuerza campera. Pero nadie larga afuera si no tiene nada adentro... La guitarra es palo hueco, y pa tocar algo bueno, el hombre debe estar lleno de claridades internas. ¡Pa sembrar coplas eternas la vida es un buen terreno...! Si el rezar brinda consuelos al que consuelo precisa, igual que cristiano en misa o matrero en medio el monte, yo rezo en los horizontes cuando la tarde agoniza. Queda callada la pampa cuando se ausenta la luz. El chajá y el avestruz van buscando la espesura, y se agranda en la llanura la soledad del ombú. Entonces, igual que un poncho a uno lo envuelve la tierra. Desde el llano hasta la sierra se va una sombra extendiendo, y el alma va comprendiendo las cosas, que el mundo encierra. Ahí está el justo momento de pensar en el destino. Si el hombre es un peregrino, si busca amor a querencia, o si cumple la sentencia de morir en los caminos. En el Norte vide cosas que ya nunca he de olvidar. Yo vide gauchos peliar con facones carroñeros o con machetes cañeros que al verlos hacia temblar. Rara vez mata el paisano porque ese instinto no tiene al duelo criollo se aviene por no recular ni un tranco. Hace saber que no es manco y en el peliar se entretiene. No hay serrano sanguinario ni coya conversador; el más capaz domador jamás cuenta sus hazañas, y no les tienta la caña porque el "tintillo" es mejor. Cada pago se aficiona a una forma de peliar, y aquel que quiera guapear antes tendrá que alvertir que para poder salir hay que aprender a dentrar. Se aparran a puñetazos igual que en cualquier parte; pero es una cencia aparte usar los modos del pago. Ahí se pone fiero el trago, Como dijo don Narvarte. Cordobés, pa la pegrada. Riojano, pa'l rebencaso. Chileno, pa'l caballaso. Salteño, con daga en mano Y es un rey el tucumano Pa peliar a cabezasos. Siempre el criollo ha de peliar de noche y medio machao. Es una pena, cuña'o, que a veces por una tuna se nublen noches de luna y cielitos estrellaos. Una canción sale fácil cuando uno quiere cantar. Cuestión de ver y pensar sobre las cosas del mundo. Si el río es ancho y profundo cruza quien sabe nadar. Que otros canten alegrías si es que alegres han vivido. Que yo también he sabido dormirme en esos engaños. Pero han sido más los años de porrazos recibidos. Nadie podrá señalarme que canto por amarga'o. Si he pasa'o lo que he pasa'o, quiero servir de alvertencia. El rodar no será cencia pero tampoco es peca'o. Yo he camina'o por el mundo he cruza'o tierras y mares, sin fronteras que me pare y en cualesquiera guarida, yo he canta'o, tierra querida tus dichas y tus pesares. A veces, caiban al canto Como vacaje a la aguada Para escuchar mis versadas hombres de todos los vientos, trenzando sus sentimientos al compás de mi encordada. Pobre de aquel que no sabe del canto las hermosuras. La vida, la más oscura, la que tiene más quebrantos, hallará siempre en el canto consuelo pa su tristura. Dicen que no tienen canto los ríos que son profundos. Mas yo aprendí en este mundo que el que tiene mas hondura, canta mejor por ser hondo, y hace miel de su amargura. Con los tumbos del camino se entran a torcer las cargas. Pero es ley que en huella larga deberán acomodarse. Y aquel que llega a olvidarse las ha de pasar amargas. Amigos, voy a dejar. Está mi parte cumplida en la forma preferida de una milonga pampeana. Canté de manera llana ciertas cosas de mi vida. Aura me voy. No sé adónde. Pa mí todo rumbo es gueno. Los campos, con ser ajenos los cruzo de un galopito. Guarida no necesito, yo sé dormir al sereno.. . Siempre hay alguna tapera en la falda de una sierra. Y mientras siga esta guerra de injusticias para mí, yo he de pensar desde allí canciones para mi tierra. Y aunque me quiten la vida o engrillen mi libertad. ¡Y aunque chamusquen quizá mi guitarra en los fogones, han de vivir mis canciones en l´alma de los demás! ¡No me nuembren, que es peca'o, y no comenten mis trinos Yo me voy con mi destino pa'l la'o donde el sol se pierde. ¡Tal vez alguno se acuerde que aquí cantó un argentino!

Archivo de Alfredo Arrieta Ortega.
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México.
Posted by Alfredo Arrieta at 6:00 AM
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