MIGUEL


MIGUEL




Esas madrugadas de intenso frío cuando no quiero despertar , no logran impedir la concentración del sueño . No sé en verdad en que etapa me encuentro pero el caso es que veo a Miguel . Miguel fue , y es mi padrino de una cosa religiosa que le llaman la confirmación. Y allí está , es un joven de un pueblo de Guanajuato , en su cara siempre lo verás con un inmenso lunar , su apariencia es de una buena persona , pero a decir verdad no puedo comentarte algo más , es que casi nunca lo pude conocer . Lleva una camisa blanca con algunas rayas , se peina para atrás y tal parece que nunca envejece .



Esto lo digo porque su cara siempre luce así .Miguel va conmigo en un carro , yo , manejo . Es un carro sumamente lento , que por más que hago , no desboca . Miguel me pide que pare y busca algún dinero , extrae de sus bolsillos un billete de cincuenta pesos que por lo azul , aquí en México las gentes lo llamaban : “ Ojos de gringa ". Se acerca a un expendio de naranjas y pide unos costales . Así que Miguel y yo , los echamos a nuestras espaldas y cada uno se va calles abajo con su cargamento de cítricos . Pienso que Miguel las ha comprado para vender por kilo , o tal vez para hacer jugos de a dólar . Pero nó , al subir por una de las calles de el viejo pueblo de Tacubaya hacemos un alto , y procedemos a abrir los costales .Miguel comienza a aventar una a una las naranjas , la primera que arrojó le pegó en la mera cara a una abuela que al verse con el golpe busca afanosamente quién fue el causante de este suceso .



Miguel le arroja una naranja más y le vuelve a pegar, y ríe y ríe . Después busca la más madura y la vuelve a arrojar para quedar en la cara de un civil .Miguel me incita a que yo también las tire a quién pase , pero yo más recatado , sólo logro pegarle en la espalda a una monja devota que pasaba por allí .Le digo a Miguel que para qué hizo el gasto si de todos modos iba a tirar las naranjas , él dice que a veces para hacer el mal también hay que invertir .



Lo dejo porque su juego no me convence y buscó un teléfono allá en la Avenida Jalisco.Buscó una monedas de veinte centavos y marco . Una secretaría me dice que la persona que busco llega en un momento . atrás de mí dos sujetos llenos de polvo y sin rasurar , con esos rostros de gentes que sé no se tocarían el corazón para enfierrarme .



Uno de ellos , el más deseperado , le dice al otro : Vámonos , este pinche buey ya se tardó . Lo escucho y ellos se alejan , cuelgo apresuradamente y les digo a golpe de disparo: ¡ El buey lo serás tú ; hijo de tu pinche madre ¡…El sujeto , mete la mano a una maleta y saca una pistola que según por lo que veo ha sido usada varias veces .Se acerca a mí , coloca el arma en mi pecho y me dice que cierre la boca , o que él me cerrará el pico. No le tengo miedo y le vuelvo a decir que es un hijo de su pinche madre. Sin más el tipo acciona el gatillo que la primera vez se atoraba , pero en la segunda sale un disparo que cega mi vida .



Ahora estoy dormido y no sé si es el sueño de la muerte , o el sueño del sueño . Estoy viendo unos pedestales de madera . En ellos puedes ver diferentes figuras ; hay un gato amarillo , una sirena con los senos turgentes , un burócrata parecido a Carlos Ancira .



También veo las estatuas de Carlos Hank , el pato Lucas y un político rastrero que en su primeros años militaba en el Revolucionario Institucional y ahora se devora al PRD .Me encaramo a uno de estos pedestales y subo , primero siento los fríos, no sé sí estoy muerto o nó , ya he retado a la pelona muchas veces .



Busco una posición adecuada para quedar inmortal en mi lugar pero no logró encontrar la más idónea . Me pongo de perfil como quién mira un libro , agito la mano como quién ordena , me pongo de perrito , alzo la pierna y por fin descubro la pose exacta; abrir las dos piernas y gritar que la muerte me hizo lo que el viento a Juárez ; tirárme el sombrero y zarandearme los guevos. Ajúa…..



Original de Alfredo Arrieta



Ortega





México.


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